El dinero y las mujeres
El dinero en la vida de las mujeres
A lo largo de la historia y hasta no hace mucho tiempo, se imponía en la sociedad un modelo patriarcal en el cual la mujer quedaba supeditada a cuidar a los hijos y llevar adelante la organización del hogar. En este esquema, el hombre era quien aportaba el dinero y la mujer quien lo “administraba”. Sin embargo, con la modernidad y el acceso de la mujer a la educación, se inició otra etapa, donde progresivamente el dinero se genera entre ambos miembros de la pareja.
Una de las variables que más destacan las mujeres que trabajan es la libertad e independencia que les provee el dinero. Y si bien muchas se convierten en profesionales destacadas accediendo a lugares de liderazgo, la realidad es que aún persisten de forma marcada los estereotipos en relación al género y cómo éste se relaciona con el dinero. Porque finalmente, tener independencia económica no significa ser una persona autónoma.
Empoderamiento económico
El acceso de las mujeres al trabajo mejora la economía de los países multiplicando los niveles de riqueza. La ONU ha destacado en múltiples informes de las últimas décadas que cuanto más participan las mujeres en la economía globalizada, más se fortalece el gasto en las familias en la medida en que van cambiando las formas de consumir más ligadas a un mejor nivel de vida para los hijos.
La contribución de las mujeres en ese aspecto puede tener múltiples formas, ya sea como emprendedoras a cargo de su propio negocio, con algún trabajo en una compañía, como empleadas, cuidadoras, agricultoras o bien, como profesionales liberales.
De todos modos, aún es muy largo el camino, porque las mujeres siguen accediendo a trabajos menos remunerados que los hombres, a una menor proporción de empleos formales e incluso persisten las asimetrías de género en forma marcada.
En general, cuando se trata de una mujer que tiene éxito económico suele haber pensamientos negativos que lo asocian con cualquier factor y no con su desempeño o la formación profesional. Se trata de una visión miope y de corto alcance, pero que no sólo se da entre los hombres, sino también entre las mismas congéneres. Aprender a valorar lo que uno genera es el punto de partida.